domingo, 18 de febrero de 2007

La brecha digital


Según la Wikipedia, la Brecha Digital es una cuestión de alcance político y social que hace referencia a la diferencia socioeconómica entre distintas comunidades que tienen Internet y las que no.

Yo pienso que hay otro tipo de brecha digital, que consiste en la deficiente o incorrecta adaptación de procedimientos no digitales, y las situaciones kafkianas que de ello se derivan. Lo explicaré con un ejemplo.

Muy bonito, fantástico y con plugin gráfico enseñando el terreno de juego y permitiendo elegir exactamente las localidades que uno quiere, los organizadores del torneo Masters Series de Madrid han desarrollado un sitio Web muy cómodo (sobre todo porque si uno quiere comprar las entradas en ventanilla tiene que irse al quinto pino y el teléfono para compras telefónicas no lo cogen ni a la de tres).

Pero aquí está la Web para ayudarnos. Estamos a dos meses del torneo y podemos comprarlas desde un navegador, todo un lujo tecnológico. Además ahora tengo ADSL en casa, así que incluso en fin de semana. Bien, me conecto, elijo mis localidades (ya no quedan para final y semifinal, pero quedan para cuartos, que no se sabe quién tocará, pero a ver si hay suerte), y paso a efectuar el pago con tarjeta de crédito. Introduzco los datos de la tarjeta y demás campos requeridos.

El sistema me cuenta una película de que ahora (por supuesto para mayor seguridad MÍA –que tengo antivirus que no es el panda y firewall y wireless cifrada y no guardo los datos en el disco duro y no sé cuantas cosas más–) hace falta una “clave de firma” adicional de mi banco. No obstante, me dicen, como es un sistema de nueva implantación, puedo continuar el proceso sin la clave de firma durante tres operaciones. Es decir, que me avisan con tiempo, vale, ¡qué bien!

Y aquí encontramos la brecha.

Cuando elijo la opción de continuar, el sistema me comunica que no puedo efectuar el pago sin mi clave de firma. Supongo que los sistemas informáticos también son capaces de mentir. Joder, bueno, qué se va a hacer, voy a la página de mi banco a solicitar mi clave de firma. Afortunadamente ya todo está en la red…

Entro en la Web del banco y me paso unos diez minutos buscando la opción relativa a la clave de firma, que está en un sitio muy lógico: ¡servicios! Y veo una hermosa opción “activar clave de firma”, pero está... ¡deshabilitada!, grayed, como decimos los informáticos. No puedo elegirla.

Me leo todas las opciones y encuentro la salvación: hay otra opción que reza “cambiar a modo avanzado”. “¡Ah, claro!” pienso, “si paso a modo avanzado me dejará activarla”. Bien, vamos progresando, tras cambiar a modo avanzado ya puedo elegir “activar clave de firma”. Selecciono esta opción y el sistema dice: “usted no dispone de clave de firma, debe solicitarla en la opción correspondiente”. Localizo la opción y el sistema dice algo así como “en tres días recibirá por CORREO su clave de firma”.

Aquí me quedo pasmado.

Si tengo que esperar tres días, ¿cómo acabo la compra?

Decido llamar por teléfono a un salvador número de atención al cliente de mi banco. Me responde una señorita que me explica amablemente que tengo que esperar tres días a que me llegue por correo la clave de firma (eso ya lo sabía). No parece reaccionar cuando le digo que tengo que efectuar un pago ahora. Al parecer eso no está previsto en su diagrama de preguntas y respuestas. No hay solución. Lo siento. Vuelva usted mañana.

Bueno, pensemos, intento la compra telefónica con los organizadores del torneo, pero nadie descuelga el teléfono. Tengo otra tarjeta: voy a probar con ésta. Recupero la pestaña original de la compra, doy a volver y el sistema dice:

“Su sesión ha caducado, vuelva a comenzar el proceso.”

¡Paciencia! O como dicen en una chirigota de Cádiz, ¡contró, contró! Por segunda vez selecciono las entradas –las que había pedido antes se han quedado pilladas, bueno, un error del sistema, aunque si se explota podría bloquear todas las entradas del torneo sin comprarlas realmente– ¡menuda broma!. Relleno mis datos y los de la tarjeta y llego a lo de la maldita clave de firma (de vez en cuando sigo llamando por teléfono a los organizadores, que no contestan). Elijo “continuar sin clave de firma”...

Lo mismo: “usted no puede continuar sin clave de firma”.

Pruebo con la de una amiga, de otro banco, ya tengo diez entradas falsas bloqueadas, y cinco verdaderas, relleno todos los datos por tercera vez y con esta tarjeta consigo continuar. Parece que en su banco son menos severos con esto de la clave de firma. ¡He saltado la brecha digital! Y he dejado en el camino diez entradas bloqueadas.

...

A los tres días, por correo ordinario, me llegó la clave de firma, que guardo como un tesoro para futuras ocasiones. Por cierto que en cuartos nos tocó Nadal, que fue finalmente el ganador del torneo.


Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/1/2006